miércoles, 8 de junio de 2011

CUATRO SUICIDIOS Y UN EPÌGRAFE "III"

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Hatsumi había despertado una parte de mí que llevaba largo tiempo durmiendo. Al darme cuenta, me sentí tan triste que se me saltaron las lágrimas. Ella había sido una mujer excepcional. Alguien hubiera debido salvarla.
Pero ni Nagasawa ni yo pudimos hacerlo. Hatsumi —como habían hecho muchos conocidos míos—, al llegar a cierto estadio de su vida, decidió sin más terminar con su existencia. Dos años después de que Nagasawa se marchara a Alemania, Hatsumi se casó con otro hombre y, pasados dos años, se abrió las venas con una cuchilla de afeitar. Fue Nagasawa quien me comunicó su muerte. Me escribió desde Bonn. «Con la muerte de Hatsumi, algo se ha perdido para siempre. Su pérdida es insoportablemente triste y amarga, incluso para mí.» Rompí la carta. Jamás he vuelto a escribirle.

Atte

El Marquès de Solaligue


(Extraìdo  de  la  novela  Tokio blues (Norwegian Wood)   de   Haruki  Murakami).

1 comentario:

  1. Que desenfadado , la muerte apena a cualquiera mas si fue la de una amante .

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