sábado, 18 de junio de 2011

CUATRO SUICIDIOS Y UN EPÌGRAFE "IV"

***
«Cuando me desperté a las seis de la mañana ella ya no estaba. El pijama estaba allí, pero habían desaparecido su ropa, las zapatillas de deporte y la linterna que tenía siempre a la cabecera de la cama. Enseguida comprendí que algo iba mal. El que se hubiera llevado la linterna significaba que había salido cuando aún estaba oscuro. Por si acaso, eché una ojeada encima de la mesa, donde encontré la nota: "Dadle toda mi ropa a Reiko". Corrí a avisar a todo el mundo y les pedí que me ayudaran a buscar a Naoko. Entre todos registramos el sanatorio y rastreamos los bosques aledaños. Tardamos cinco horas en encontrarla. Hasta se había traído la cuerda.
Reiko lanzó un suspiro y acarició la cabeza del gato.
—¿Quieres una taza de té?—le pregunté.
—Sí, gracias —dijo.
Calenté agua, preparé el té y salí al porche. El día declinaba, la luz del sol había palidecido y las sombras de los árboles se alargaban bajo nuestros pies.
Entre sorbo y sorbo de té, contemplé aquel extraño jardín donde se mezclaban caprichosamente las rosas amarillas, las azaleas y las nandinas.
—Poco después llegó la ambulancia y se la llevó. A mí me interrogó la policía. En fin, es un decir. No me preguntaron gran cosa. Naoko había dejado una nota antes de morir, era evidente que se trataba de un suicidio. Parecía que lo mínimo que cabía esperar de un enfermo mental fuera que se suicidara.
—Qué funeral tan triste tuvo Naoko, ¿verdad? —dije—. Tan silencioso, con tan poca gente... A su familia les preocupaba saber cómo me había enterado de que Naoko había muerto. Supongo que no querían que la gente se enterara de que había sido un suicidio. La verdad es que no tendría que haber acudido. Me sentí aún peor, y después me marché de viaje.

Atte:
El  Marquès de Solaligue

(Extraìdo  de  la  novela  Tokio blues (Norwegian Wood)   de   Haruki  Murakami).

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