viernes, 30 de noviembre de 2012

Justificación


Un domingo, caminando hacia una discoteca que está abierta toda la noche, ella me pregunta sobre un tema prohibido: el libro que estoy leyendo. Los libros que me dejan siempre pueden esperar, excepto las colecciones de cuentos. Ahora faltan solamente quince días para que las vacaciones lleguen, quiero que los cursos se vayan y me dejen de nuevo solo con una ruma interminable de libros de cuentos. Solo y absuelto de horarios.
            Dentro del lugar nos embriagamos con una botella de pisco y abrimos nuestras almas en el camino. Veo a esa mujer, casi niña, que muchas veces me hizo decir si cuando quise decir no. La escucho. Me confiesa que le encantaría quedar embarazada. Le pregunto por qué. Sé que no seré el padre, aunque participe del evento carnal previo. Ella no dice nada, pero ambos entendemos que nuestra relación ha llegado al límite. Recurro a mi memoria y le relato un cuento del libro que estoy leyendo.
            Le digo que es una colección de cuentos. Cuentos que se desarrollan en nuestra ciudad, de personas como nosotros con grandes problemas y pequeñas aspiraciones. Ríe.
            — ¿Hay alguno que hable sobre embarazos?
            Respondo que si, y le narro—con baches en mi memoria provocados por el alcohol— sobre la pareja de esposos de “Morada”.
            Paso la noche sin sueños y al día siguiente; después de lanzar el móvil por la ventana, de quejarme por el sol que se cuela por la ventana, y luego de darme un baño interminable para curar la resaca de la noche anterior, me siento delante del ordenador y decido analizar el cuento de Dino Jurado

Escrito por Hideki

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