Acuéstate tranquilo, hombre necio; y
en la mañana, si eres sabio, vuelve a la carga y di la verdad, me digo ¿pero
cómo responder? Esa pregunta me deja sombrío y sin respuestas. Me quedó callado,
pensando. Miro al techo y lanzo la almohada al piso. Me acurruco con el
cobertor. Sin poder dormitar, esa pregunta viene hacía mí una y otra vez como el
maullido de los gatos: Quién, Que… ¿Qué soy? ¿Quién soy yo?
¿Quién soy yo? Pregunta elemental y
compleja a la vez. El teléfono sonó dos veces y se volvió a quedar en silencio.
Yo solo en la habitación, los gatos peleándose afuera y la pregunta en el aire…
¿Quién soy yo? Creo que “Yo” no soy
nada excepto solo yo, “Yo” soy “Yo”. Sin embargo; también existe un “Yo”
formado en el imaginario colectivo. Es decir, todos tienen otros “Yo”, un “Yo”
observado por los demás y el que se observa a sí mismo. Sin los
demás, uno no puede observarse a sí mismo. Uno existe porque hay otros. Cuando se
reconoce la diferencia entre el “Yo” y los demás, se fabrica una imagen propia.
Las demás personas también forman mi propia imagen; pero nadie puede entender
perfectamente a otra persona, ya es bastante difícil entenderse uno mismo, tal
vez por eso la vida sea tan interesante.
“Yo” soy un personaje efímero; pero no etéreo. Voy y
vengo de aquí y de allá. Vivo en un paraíso creado por los hombres: Ciudad. Soy
un aficionado a la trova y un amante de los libros. Luego están; el trabajo,
las clases, y mucho después, la nada. Me suelen decir “Carlos”.
“Yo” sería un ser,
una substancia moviéndose, que se atiene a reglas; pero que no tiene
definiciones exactas. Así y todo, todavía no soy, ni ellos son. Si soy algo, es
precisamente un ser inconcluso.
Escrito por: Hideki
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